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verde que te quiero verde...

lo importante

lo importante Pocos rastros... el nombre de un lago, o un dios que creció sobre el nombre de un lago, o tal vez un plural, el plural de un jeroglífico dios menor...

Y hay una niña, ha sido un recuerdo radiante, vaga feliz y encantada por el bosque, sumida en las profundidades de sus pensamientos, y convencida de que no importa demasiado que se haya perdido, porque ella, su seguridad, es lo único importante y por ese motivo, no la pueden dejar abandonada, atrás, no lo harán, no pueden irse sin ella, porque para ellos es vital no irse sin encontrarla. Estarían perdidos porque entonces serían ellos quien tendrían que dar explicaciones, demasiadas explicaciones, y no sabrían que decirles a los demás... y de ahí la confianza, ya habían vivido esas otras veces del miedo a tener que dar demasiadas explicaciones.

Y tú me la has recordado esta tarde... fue al hablarme de su risa... y ese des-olvido me hizo gratamente sonreír. Mira, te cuento, recoge piñas del suelo, pero sólo de vez en cuando, y yo ahora la veo vagar, como te dije, feliz y convencida entre las agujas de los pinos, el suelo es un manto de agujas, y los helechos altísimos, y edad no tiene para que entienda de garrapatas, así que... y eso hace, de vez en cuando se inclina y recoge del suelo las piñas más diminutas, todas verdes, claro, pero ella no imagina todavía que esas no sirven, y ya tiene los bolsillos del vestido tejano llenos a rebosar, aunque lo que contaba era la intención, porque lo que ella prefiere son las flores azules, las prímulas moradas, la suerte en el deseo de los angelitos naranjas, y el vuelo de las mariposas, y está haciendo un ramo precioso de florecillas silvestres, y espumillones; bueno, no sé cómo se llaman, yo te hablo de eso que parecen diminutas colas de conejo y que hacen cosquillas al contacto con la nariz... la resina de los pinos y el salitre del mar, empapa los senderos de ese monte; aunque creo recordar que en algún momento también se distrae con los ruidos de una pareja que retoza en la hierba sobre una manta de cuadros escoceses, en aquella tarde de sábado o de domingo, pero se cansa pronto, porque esas cosas eran mucho más divertidas cuando se hacían entre risas y en compañía, espiar y que no te pillasen, y salir corriendo, o mucho más serias, como cuando era ella misma quién las hacía, y entonces el cuidado era de otro tipo, vigía y silencioso; y quisiera recoger más piñas para su madre, si pudiera... quizás en la falda, a modo de hatillo, luego, le cabrían algunas, pero cuando fueran a encontrarla... antes no; ella piensa todo el rato, entonces se apuraría, mientras tanto a soñar, porque el suelo está preñado de hermosas piñas de color castaño y avellana, y de resultas casi hay más piñas que colores azules y angelitos... así que eso antes que nada, porque luego no duda de lo que ocurrirá en ese primer momento en que la encuentren. Y su madre antes de salir de casa dijo que quería llevarse algunos calderos para recoger piñas, muchas, tantas como pudieran cargar luego en el coche, más vacío después de desocupar la comida en los estómagos, un seat 127 verde oliva y de paquete, porque en el invierno la piña alienta el calor y el color del fuego, diferente al del consumirse sola la hulla, más chisporroteante, más vivo, con otro crepitar, y ya no te hablo de los escapes del mortecino humo del grisú de la turba. ¿Recuerdas tú el olor del carbón? Mi abuela odiaba la turba por el trabajo que le daba. Y yo lo recuerdo amenudo, el fuego de la tradicional cocina de carbón de toda la vida y la comida casera haciéndose con lentitud... y el olor de aquel cajón, bajo el bañal, y de la carbonera del sótano de la casa dónde vivía aquel hombre de olores sórdidos de vejez que fue el padre de mi abuela . Era la única calefacción de la casa. Ese hogar en el que reinaba el caos más absoluto pero nunca el auténtico frío, tal vez porque la ventana de su abuela (la mía, aunque no te hablo de mí sino de ella), esa en la que procura pasarse los días para que le salven la vida, da a un sol amable que calienta hasta última hora de la tarde y en esa ventana nunca se abre la boca del infierno, jamás, por ningún concepto, aunque por ella tampoco es posible mirar al infinito... Y nunca antes se había perdido como esta tarde o yo no lo sé, pero el bosque hace rato que dejó de resultarle amenazante; y no sabe siquiera si sólo se perdió porque quiso perderse, es decir, si se perdió porque en algún momento, perderse, le resultó inevitable, el fascinante abismo del vértigo, esa espiral abierta que quizás ya entonces la engullía como si fuera un huracán abierto en el ojo de Horus, pero eso no lo recuerda y en su mente se confunden los minutos con las horas... Nunca sentía prisa porque jugando no existía el aburrimiento, como aquí dónde pasan y se dilapidan los meses como en un suspiro, y la impaciencia era otra cosa. ¿Dónde estará esa playa? Y recuerda que si alcanzó a aquellos hombres. Ya recuerda, va regresando la memoria, aunque tienes que saber que procurar recordar, supone esfuerzo y dolor, como el que produce estirarse hasta dónde uno no está acostumbrado, ese mismo, pero que es un ejercicio, y en realidad ella lo que recuerda y más le duele, y eso ya no le ayuda, porque no tiene que esforzarse, eso es lo inminente, se quiera o no se quiera, es casi el recuerdo cumbre, por el que comienza todo ese esfuerzo para olvidar, es que nació hija de un dios menor. Su padre oía pero no escuchaba. Así que ella no tenía voz, ni llanto, ni gritos. Y puede que viera pero para ella estaba ciego. Así que esa niña no existía. Esa era la sensación. Y fue su padre quién le ordenó que regresara atrás, que volviera con su madre. Todos los hombres se fueron y las mujeres se quedaban, jugando a las cartas o durmiendo la siesta... hasta su primo sólo unos años mayor que ella, iba con ellos. Y era injusto. 'Yo también quiero ir. Yo también quiero, por favor'. ¡No, qué darás que hacer! 'No daré qué hacer. Lo juro'. Pero era muy pequeña. Ocho años, quizás siete aún, puede que uno más. Daría la lata, dijeron y se asustaría, habría que utilizar sogas, como lianas. Era una carga, y ellos querían dar con el camino para alcanzar la orilla y las arenas inmaculadas, de aquella paradisiaca playa, aquella playa a la que llamaban: 'la playa dónde Cristo perdió los zapatos', y que se veía desde la misma carretera que llevaba a Samir, pero no había camino, y la bajada era un peligroso acantilado. Y también ella quería jugar a ser explorador, qué emocionante. Pero no se la llevaron y por eso ella, desobediente, se fue trás de ellos. Se escapó en cuanto le quitaron la vista de encima. Y dio igual que llorase y estuviera asustada porque él la ordenó regresar, sola, por el bosque, fijándose en el camino, y lo que ya no sé es si el camino era difícil o fue que quiso que él se arrepintiera, porque siempre la rechazaba y la hacía de llorar. Era un dios cruel y poderoso, y amenazante, que rugía como una tormenta en el cielo, que desata su furia devastadora, y hasta parece que a la naturaleza se le angosta el alma y calla. Y luego después de lo atroz... siempre aquella calma. No sé, y tampoco sé por qué no oyó los gritos. Su madre dijo que la buscaron, que estuvieron gritando su nombre hasta la desesperación, y durante casi un par de horas, cuando se dieron cuenta de que la habían perdido, unas cuatro horas en total, pero ella, al parecer, no los escuchó hasta el final y se apresuró a recoger aquellas piñas y ... pero eso lo dejo mejor para otro instante, para mañana o pasado, o tal vez para dentro de mil años y un día, para cuando se lo pregunte a mi madre y me lo cuente, una vez más, para que me repita, 'Hube matarte. Te lo juro, si no me llegan a sujetar'. Le encanta contármelo. Y lo que sigue... Me da ternura, ¿sabes? No sé, otra vez no sé, y además creo, que eso, forma parte más de su mirada que de la mía. Es por eso. Pero hoy el esfuerzo fue por ti. Para mostrarte alguna cosa que a lo mejor es imposible que tú, por ti mismo, jamas llegues a entender, o no del todo. ¿Crees que voy a convencerte de lo que esconde de increíble el 'no-olvido'? Es muy posible que no, ¿verdad? Y por eso no te lo regalo. Y sin embargo yo conseguí lo que quería, ser capaz de descender un par de pies más por debajo de lo impensable. Y espero que mañana tú o cualquier inspiración, me aliente a escalar una cumbre semejante, porque después de hoy me apetece la altitud, y que carajos, tengo ganas de rozar el cielo.
Así que aquí te queda un poema en el mismo color morado de las prímulas. Mejor que veas sólo eso...

P.S: Y por eso él ''sólo ve'', en ese mismo color morado de las prímulas, ese poema de Josefa Parra

12 comentarios

a Max -

Tal vez un día te cuente lo atroz Max frente a esa copa de vino que tenemos pendiente.

Escribir ya he escrito tanto acerca de ello, que se me han quitado hasta las ganas de hacerlo. Creo que me he liberado y adiós. Pero a veces aún surge algo de aquel doloroso y terrible caos

Un beso, y te debo... bueno una visita y también contarte por qué sin acento :)

Max -

Y luego, después de lo atroz... siempre aquella calma.

Uffff...

María -

No sé que decirte.
A ver... Soy conciente de que tuve épocas de dolor, pero hoy no me duelen esas épocas. Sólo hay una que me sigue doliendo.
Pero sí en lo que estoy escribiendo, estoy relatando exactamente como lo sentí, es como si hiciera una regresión, es como si yo fuera María con 27 (28, 29... años) hoy... es como si hoy fuera el año 1988, 1989... y estoy contando lo que me pasó ayer u hoy. Pero cuando termino de escribir, después de leerlo, al irme a dormir, ya soy María en 2005, y a la mañana, no me acuerdo. Cada día que empiezo a escribir, tengo que leer donde paré, para volver a traer ese tiempo hacia mí.
Sí hubo cosas que me las trajeron, indefectiblemente, mi historia a mi memoria, lo que le pasó a él, Mr X....
En éstos tiempos, hubo cosas que me dolieron, y digamos que son, todavía, las que al recordar, producen un poco de dolor. Son demasiado recientes.
Sentir amor, te hace sentir vivo, y el amor provoca tanto alegría, como dolor, viajes al infinito, sentirte en el cielo y en el infierno... los extremos se tocan...

Lo que yo rescato, de mi, es que lo que me dolió, no me hizo tenerle miedo al sufrimiento, a lo que me pueda doler... sé que es parte de eso, y si le llegara a temer, no me permitiría disfrutar, plenamente, el amor.
Espero que se entienda éste divague.

Un besote

P.D.: y todavía no sé porqué escribí ésto...

Azul -

Me duele más el presente a veces que el pasado que se me revuelve en las entrañas, a veces vomito palabras que no me llevan a ningún sitio más que al abismo de mis propios anhelos. Ahí miro, tambaleo y salto esperando no renacer más...pero siempre lo hago...siempre.

Biko suavito.

su -

Presente que no duele, presente que no estremece.

Genial, ahora ¿cómo demonios rebato yo esa frase? :-)

Imposible...

Patricia -

Confio en que no hayan de pasar mil años para seguir sabiendo de la recogepiñas. Me ha gustado mucho el texto, se me ha metido en la nariz esa mezcla de resina y salitre, que yo asocio a visitas en la infancia a Mallorca. Esto de leer literatura sin pagar sí que mola :)

espera.nza -

Sí, sí, perfectamente. Ya me di cuenta el primer día que notabas que estaba como enojada con alguien, es que lo estoy; estoy enojada con Villon por algunas cosas que no aclaramos, cosas que duelen como el silencio, y también conmigo, porque la que comenzó a jugar con ese silencio fui yo, así que soy consecuente y ahora me jodo... y aquí él no me lee, así que me desahogo más. Porque esta dirección no quiero que él nunca la tenga. Vamos, yo no lo quiero aquí, y antes me parecía que lo único que necesitaba era que estuviera pero no lo quiero aquí, porque lo quiero y sé que hay sinceridades, ahora lo sé, que es mejor callar... porque hacen daño. Aunque esto lo explico en otro momento y de otra manera. Por ahora quiero dejarlo así. Yo por ejemplo a él le sigo leyendo pero procuro no leer nada de lo que le escriben otros. ¿Para qué? ¿Para enfermar? No controlo eso. Así que no miro ahí, y procuro sujetar mi curiosidad que es lo único que puedo sujetar, mi morbo.

¿Quieres decir que el pasado no te duele con aquel dolor que pasaste, pero te resquema cuando te miras la cicatriz que te dejó, hasta que dejas de mirártela... como ocurre con las heridas reales? Porque ocurre eso. Si te olvidas. Por eso el recuerdo y el olvido tienen su función terapéutica.

Tal vez a mí me ocurre algo así

Un beso

María -

Primero aclaro algo que escribí en mi comentario anterior.
Donde escribí enojo con vos, con el otro, no soy yo la que sentía el enojo, sino que me no sabía si vos estabas enojada con vos o con el otro, o con lo que pasaba.
Recién lo volví a leer, y me dio la sensación que, parece decir que, a mi me causó enojo leerlo, y nada que ver. Me gustó mucho lo que escribiste ahí, y como lo escribiste.
Es como que noto una diferencia entre éste diario y el anterior, a pesar de que sos la misma. (se entiende?)
Más allá que no sé si la palabra exacta es enojo.

Los recuerdos del pasado no me duelen. Puedo, al contarlos, decir lo que me pasó en ese momento, cómo me sentí, pero ya no me duelen.
Hoy hay cosas que me duelen, pero "al rato"(que pueden ser horas días o meses), es como que pasa a ser recuerdo... No sé como explicarlo.
Sí los tomo como momentos de "enseñanza", para algo me sirvieron, por algo los tuve que pasar.
Incluso cuando siento que estoy tropezando con la misma piedra...

Espero que se entienda algo, no sé por qué, pero me parece que no está claro lo que quiero decir.

Así que mejor, lo dejo por ahora.
Un besote

espera.nza -

Depende del presente Su... a ti no te duele porque te dolió tanto el pasado que te has asegurado de que el presente no pueda dolerte... Pero voy a procurar explicártelo de otra manera.

El presente que no duele, también es un presente que no estremece...

Y el erotismo necesita de estremecimientos. Y los individuos a los que nos seduce el erotismo, y por otro lado estamos bien sujetos a nuestra estabilidad, mucho menos riesgosa, sufrimos un conflicto y una dualidad importante. Pero no, eso no duele, sobre todo si se proyecta hacia un futuro incierto ;))

Y sí, María, esa ternura y su admiración de otro momento de mi niñez, son dos sensaciones con las que me gusta encontrarme a menudo y en la vida cotidiana no resulta fácil porque mi madre es una inestable. Quiero decir que está medio loca. Pero, vamos, de psiquiatra...

Un beso

su -

"Procurar recordar supone esfuerzo y dolor", nunca lo hubiese dicho antes que me tocó procurar recordar algo.

Creo que he llegado a la conclusión de que el presente no duele, que lo único que duele son los recuerdos del pasado y la perspectiva de un futuro incierto, pero el presente, lo que es el día a día, me parece que no duele.

Un beso

María -

ME EN-CAN-TÓ !!!

Igual el otro día te dije enojo, pero no sé si era esa la palabra exacta... Enojo con vos ? con el otro ? Bronca ? Atragantada ? Con ganas de llorar ?
No te puedo decir exactamente, cuál era la palabra, pero esa fue la primera que salió.

La ternura que te da escuchar a tu mamá, es la que se lee acá, al menos es lo que yo siento.

ME ENCANTÓ !

Un besote Amiga !

P.D.: Te sigo leyendo

espera.nza -

Es tardísimo y mañana os vuelvo a leer aquí. Los comentarios, todos, llegaron al correo sí ;)

y un beso verde esmeralda, y a ver qué me contáis sobre esa niña.

¿María se percibe algún cambio en el sentimiento? Por ejemplo puede que hoy haya menos enojo, ¿verdad?

Y da igual si me equivoco. De momento quiero creer :)